Los Mac se colgaron el sambenito hace unos años de prescindir de la mayoría de las entradas/salidas habituales y quedarse solo con un puñado de sencillos (pero potentes) puertos USB-C y Thunderbolt. Actualmente, esta decisión ha cobrado más sentido que nunca: USB-C es ampliamente compatible con todo tipo de dispositivos y el impresionante ancho de banda de Thunderbolt permite tener dispositivos externos potentes como eGPU y múltiples monitores 4K con un solo cable.
Cuando busquemos un monitor para Mac, seguramente deberíamos hacernos con uno que funcione con USB-C. En primer lugar, esto nos permitirá renunciar a los molestos adaptadores HDMI o DisplayPort que pueden romperse fácilmente y degradar la calidad de la imagen, además de ser horrorosamente feos. Por otra parte, además de la señal de vídeo por USB-C, el cable puede transportar datos de audio y USB juntos, con lo que se liberan esos escasos puertos USB-C del Mac para otros dispositivos.
Dependiendo de nuestro proceso de trabajo, es posible que deseemos considerar la actualización de un simple monitor USB-C a uno Thunderbolt. Esto abrirá las puertas a los 40 Gbps de ancho de banda que admite Thunderbolt 3/4, alabado por editores de vídeo y fotógrafos con amplias bibliotecas que aprovechan esta tecnología para disfrutar de velocidades de transferencia rápidas y dispositivos externos de alto rendimiento. Recomendamos la lectura de este artículo sobre monitores Thunderbolt para usuarios profesionales.