Los magníficos ingenieros de Nintendo diseñaron la Switch para 1280x720 en una pantalla de 6,2 pulgadas o, en el caso del modelo OLED, de 7 pulgadas. En lo que se refiere a este último modelo, eso supone aproximadamente 200 píxeles por pulgada (ppp), que es un valor de alta densidad que se ve muy bien. Tengamos en cuenta que, por lo general, aproximadamente 100-110 píxeles por pulgada son un buen valor, y 300 ppp es “retina”, como a Apple le gusta describir la visualización óptima. Con este dato en mente, queda claro por qué Switch se ve mejor en modo portátil.
Si vemos nuestra Switch en un televisor de 65 pulgadas en 1920x1080, la densidad de píxeles se reduce a 32. Sí: 32 píxeles por pulgada. Demasiado poco. Los gráficos se ven ampliados, borrosos, planos y muy pobres. Aunque podemos probar a sentarnos muy lejos de la pantalla para mitigar este efecto, está claro que esa no es la solución más adecuada.
Dicho todo eso, si jugamos fundamentalmente en el modo portátil de nuestra Switch OLED pero queremos disfrutarla ocasionalmente en una pantalla más grande, el mejor término medio son los monitores más pequeños. Por ejemplo, un monitor de 25 pulgadas a 1920x1080 ofrece una densidad cercana a los 90 píxeles por pulgada, lo cual está bien. La mayoría de la gente no notará la diferencia respecto a 100 ppp. Pero 32, desde luego, es demasiado poco.
Y todo esto suponiendo que la base de la Switch OLED emita 1080p a la pantalla que elijamos. En muchos casos, eso no se cumplirá. Si ejecutamos un título AAA como The Witcher 3 o Doom Eternal, a menudo la resolución acoplada caerá muy por debajo de los 1080p, lo que reducirá la densidad de píxeles. Una vez más, nos gustaría reiterar que esto no es una crítica contra la Switch, dado que esta consola se diseñó realmente para disfrutarla en la pequeña pantalla portátil, al menos para quienes prefieren los gráficos nítidos y detallados. Si no nos importa sacrificar ese aspecto, entonces, no hay nada de malo en jugar a la Switch tal cual en una pantalla grande.