Cualquiera puede sacar fuera un enorme televisor 4K y ya está, pero ese no es el típico cine de verano que estamos buscando. Al igual que con los cines (a los que no habremos tenido fácil asistir en 2020), nuestra noche de películas en el jardín comenzará con dos componentes cruciales: un proyector de jardín y una pantalla donde proyectar.
Para disfrutar de la mejor visualización en exteriores, hay dos elementos imprescindibles en un proyector: los lúmenes y la resolución. Con los lúmenes nos referimos al nivel de brillo que puede producir el proyector. Aunque no hay dos jardines iguales, siempre va a hacer falta horadar la oscuridad para exhibir las películas. Los proyectores para exteriores con 500 lúmenes funcionan estupendamente bien y pueden mostrar películas sobre prácticamente cualquier superficie por la noche. Es posible recurrir a un gran proyector Full HD 1080p o un proyector cinematográfico 4K, pero puede que sean demasiado voluminosos para su uso en exteriores y requieren una instalación compleja. Los proyectores portátiles encajan mucho mejor con el uso de jardín.
Sin duda, un magnífico proyector 4K HDR tiene una tecnología asombrosa pero, a fuer de sinceros, es un desperdicio usarlo al aire libre. Estos proyectores están pensados para el cine en casa propiamente dicho. Con uno portátil podemos seguir disfrutando de pantallas de 100 pulgadas o más y, merced a la compatibilidad con la resolución nativa de 720p, en distancias de exterior o jardín la calidad de imagen será más que aceptable.
Nuestra fiesta de cine en el jardín tendría que ser precisamente eso: una fiesta. Ver una película no debería ser tan complicado como enviar una nueva misión a Marte. Cuanto más rápidamente podamos disponer la instalación, más rápidamente podremos ponernos manos a la obra con el chuletón y los chorizos en la barbacoa. Los proyectores ligeros y portátiles se instalan en un momento, con un simple ajuste de la bisagra para no tener que colocarlos sobre una pila en busca del ángulo correcto.