No hay nada como sentarnos a disfrutar de sesiones de juego prolongadas e inmersivas en uno de nuestros lugares favoritos del mundo: nuestro rincón de juegos. Ahí está nuestro PC y, más allá, las consolas. Nos ponemos cómodos en esa silla pensada para jugar, que nos llevó semanas de investigación encontrar. Lo mismo que nos pasó con la mesa, que ofrece la comodidad que se le exige para dedicarnos a nuestro pasatiempo favorito.
Entonces, justo cuando andamos inmersos en uno de esos juegos que últimamente han captado nuestro interés, tarde o temprano, cambia la iluminación en nuestro rincón de juegos y ese monitor HDR vuelve a no verse del todo bien. El colorido pierde gran parte de su vivaz impacto, los detalles se desdibujan por sobreexposición, o por todo lo contrario, y el contraste también parece desvanecerse, como el brillo.
Eso se debe a que el monitor para juegos que elegimos para disfrutar al máximo, aunque no está mal, solo ofrece HDR sin más. Es un monitor que presenta directamente los metadatos que proporciona la fuente y visualiza la imagen ajeno por completo a las importantes condiciones de iluminación ambiental.
Por supuesto, existe una forma mejor de hacer las cosas: la tecnología HDRi de BenQ, donde la “i”, obviamente, viene de “inteligencia”.