Por “altas frecuencias de refresco” se entiende por lo general las de 120 Hz o más. Cabe recordar que, actualmente, los monitores para juegos funcionan normalmente a 144 Hz o incluso a 240 Hz, aunque en resoluciones más bajas y con configuraciones gráficas menos exigentes. En cuanto al PC, los 60 Hz se han considerado durante mucho tiempo la velocidad de fotogramas mínima “aceptable” y ahora las consolas también se han puesto al día. En resumen, 60 fotogramas por segundo, independientemente de la resolución, se considera el punto de partida para disfrutar de un juego.
Sin entrar en explicaciones detalladas, la velocidad de fotogramas ayuda a determinar cuánto se disfruta de un juego, dado que estos, por su naturaleza, deben responder al usuario y moverse fluidamente al interactuar con ellos. Las velocidades de fotogramas más bajas son las culpables de que todo parezca ir lento y responder deficientemente, con lo que, una vez que se disfrutan de los 60 Hz o más, volver al antiguo estándar de 30 Hz que dominó las consolas entre 2005 y 2020 se hace muy cuesta arriba.
Las consolas de la generación actual son tan potentes que hasta los desarrolladores menos motivados pueden llegar fácilmente a los 60 Hz, lo cual beneficia a juegos de todos los géneros. Los títulos de disparos en primera persona y los de carreras se basan más en la respuesta y los reflejos que los de exploración centrados en historias o los juegos de rol, por lo que se benefician particularmente de las altas velocidades de fotogramas. Si lo nuestro son los juegos de disparos en primera persona o los de carreras, entonces no podemos subestimar la suavidad que brindan 120 Hz o más, lo que realmente ayuda no solo a disfrutar más del juego, sino a mejorar nuestro rendimiento en modos competitivos.