Ahora que las videoconferencias se encuentran tan integradas en la vida de los teletrabajadores y que la eficacia en las comunicaciones es crucial, ¿podemos decir sin sombra de duda que nos fiamos de nuestros auriculares? Tal afirmación se ve afectada por muchos factores. A diferencia de las oficinas, nuestro entorno de trabajo en el hogar se ve inevitablemente invadido por muchos ruidos, como el llanto de un bebé, los niños jugando, un familiar que limpia la casa, los ruidos del tráfico de todo tipo de vehículos e, incluso, los de las reformas de los vecinos. Y aun peor: los auriculares que se ajustan mal presionan la cabeza o calientan las orejas, lo que resulta muy molesto. Un micrófono mal ubicado puede incluso hacernos forzar la voz en nuestra lucha por que se nos escuche con claridad. Además, los cables de los auriculares y la necesidad de cargar los modelos inalámbricos añaden más complicaciones.